Todo empezó un verano, sus miradas se cruzaron, no se quitaban el ojo el uno al otro, un amigo los presentó, fue el primer contacto, se tenían tan cerca que ninguno creía que estaba pasando en la realidad, ambos recordaban aquel día con todo detalle. Estuvieron unos meses sin saber nada el uno del otro, pero poco a poco fueron recuperando el contacto, conociéndose mutuamente y riéndose de todas las cosas que tenían en común, hasta que el destino decidió juntarlos, ambos tenían un deporte en común, el mismo que permitió que se conocieran en aquel verano, se notaba la complicidad que emanaba de ellos, y lo inevitable se hizo evidente, quedaron un sábado por la tarde con unos amigos y cuando tuvieron un momento de intimidad, él la besó, ese beso fue el primero de muchos, el más mágico de todos. Pasaron los días, las semanas, los meses y ellos seguían juntos, coleccionando recuerdos, besos, abrazos, caricias, experiencias nuevas...tenían una relación tan intensa que parecía irreal, era la pareja más bonita de todas. Ella lo amaba con locura, y él a ella más si era posible, tenían un futuro juntos planeado, mil promesas, mil sueños que pensaban que se harían realidad. Pasaron los años y nada cambió, ellos permanecían unidos, como uña y carne, felices, parecían la misma persona dividida en dos, hasta que una mañana, sin motivos aparentes, él la llamó por teléfono, la llamó para decirle que todo había acabado, que había sido todo una gran mentira, que hacía tiempo que no la quería y que lo mejor para los dos era que se separaran, ella no lo aceptó, lo amaba con toda su alma, le había roto el corazón con aquellas palabras, pero ella seguía ahí, intentando que todo volviera a ser como antes, pero para él, aquella chica que lo había sido todo, no era nada, hasta que llegó el momento en que no se hablaban, prácticamente se odiaban, ella sabía que antes de que todo pasara estaba hundida, pero aquello fue la gran gota que colmó el vaso, se había creído todas sus mentiras, y se había ido, sólo. Ella se dio cuenta de que tenía que ser fuerte, tenía que ser feliz sin él, aún era joven, le quedaba mucho por vivir y así lo hizo, se levantó y volvió a ser la chica que era antes, era incluso más feliz, pero le faltaba algo, mejor dicho alguien, aunque se dio cuenta de que no era la clase de persona que ella pensaba, se llevó la mayor desilusión. El tiempo pasó y ella aprendió a vivir sin él, sabía que nada sería semejante, lo sabía, pero simplemente pensaba en vivir, sabía que ella valía la pena y él algún día se daría cuenta, pero a lo mejor cuando eso pasara ya ella no estaría ahí, esperando su regreso, pero había una cosa que no podría olvidar jamás, la última vez que lo vio, las últimas palabras que pronunció, cuando ella intento hablar con él para que pensara las cosas, ella se levantó, dio media vuelta y cuando intentaba irse, él pronunció su nombre, ella se quedó inmóvil de espaldas a él y le dijo, se feliz, ella sonrió de manera irónica mientras le bajaba una lágrima por la mejilla, mientras se alejaba sin mirar hacia atrás.
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